Retornos

Recorro senderos antiguos con ojos nuevos.
Me desprendo y aprehendo en un mismo y único acto simultáneo que entrelaza los distintos planos en los que navego para acercarme un poco más a esta luz que, sanadora, armoniza mis sentidos con mi percepción intuitiva.
Te veo, me veo, nos veo.
Te siento, me siento, nos siento.
Te recobro, me recobro, nos recobro.
Es tortuoso, amoroso, vergonzozo, placentero, misterioso, tierno, develador, descarnado... En cada temporalidad el recuento de lo aprendido para el camino que se extiende por delante. Los mensajes son claros y precisos. Las imágenes también.
El oxígeno atraviesa limpio cada inhalación desde el momento mismo en que cruzo el puente. Los colores se despliegan multiplicados. Resplandecen. Se transforman en aromas cromáticos, potenciados, empalagan. Los sonidos restauran sólo si es preciso. mis manos se deslizan atrapando dolores entramados.
Es que cualquier estímulo sensible conoce desde su naturaleza su capacidad oculta de evocar y tan sólo aguarda el ser convocado para reconstruir.
Hoy soy yo la que convoca.
Emerjo del caos ordenando páginas sueltas de un enorme libro con bordes dorados. Donde cada hoja atesora antiguos grafismos impresos. Yo todo lo que hago en este acto de arrojo es animarme a posar mis ojos sobre ellas.
Suspendido el juicio.
Que entorpece...
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Porque te me regresas en sueños, una y otra vez.
No se cómo evitarlo.
Tú debes saberlo.
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