Maternidad
En el día que meditamos sobre la maternidad y el nacimiento se acrecienta en mí aquella sensación intensa que se manifestó desde la misma raíz, de haber sido yo la elegida por mis hijos para traerlos al mundo.
Los años me acercaron las palabras que justificaran lo que mi corazón ya sabía. Innecesarias para él pero precisas para delimitar mis dominios.
Es que el alma sabe, o al menos cree saber, imagino, qué padres le ayudarán a progresar en el camino espiritual. Ya sea kármicamente o creativamente a través del Dharma.
Así cada hijo se acerca al corazón de una mujer y pide entrar en él como parte de un fecundo misterio que las madres, sin entender, abrazamos gozosas.
A veces lo hacen buscando al padre que acompaña a esa mujer, pero en cualquier caso la maternidad entraña una misión escondida donde el fruto no es el resultado del alumbramiento sino el trabajo paciente de años con uno, y con ellos.
Algunos hijos eligen ver el mundo a través del canal vaginal luego de abandonado el útero que los contuvo. Otros tienen sistemas mas misteriosos aún, indirectos aparentemente, expresados en llamados telefónicos o abandonos irresponsables.
En ambos casos ellos siempre eligen, en mi visión del mundo.
Madres naturales y adoptivas sabemos que al irrumpir en nuestras vidas ya nada será lo mismo para nosotras. Ellos nos transformarán para siempre y por completo.
Y uno agradece emocionada que algo tan pequeño como lo que tiene en brazos unas horas después de dar a luz, sea capaz de semejante prodigio.
Dentro de aquella semilla todas las posibilidades. Cuando deja de serlo un almita nos mira a los ojos, sin hablar, pidiendo cuidados, amor, y la inmensa libertad de lograr aquello por lo cual ha encarnado en ese ser.
El arte de ayudarlos a manifestarse sin cortarlos, es parte de la creación que desde ese momento se nos impone.
La elección entre ambos será cotidiana. Cada día gozaremos por igual de la posibilidad de aceptar o rechazar. Diariamente ambos iremos aprendiendo la necesidad del desapego, porque la separación va volviéndose inminente.
Porque así debe ser. Está escrito en el Libro de la Vida.
Parte del cuerpo de uno y otro se han contenido durante nueve meses unidos asombrosamente. Compartir células, tejidos, líquidos, hormonas, emociones y sentimientos une de tal manera a la madre con el hijo que la separación será siempre una pérdida irremediable del cuerpo de uno tras el otro.
Es la forma escogida para participar con Dios de la creación, de la "imagen divina" que luego permitirá la "semejanza".
Es lo que la distingue del hombre, quien por años para contrarrestarlo ha construído un mundo que privilegia el poder, el tener, el dinero, la apariencia, las posiciones sociales y los placeres por encima de todo lo demás. Valores que la maternidad, que es despojo, entrega, incondicionalidad, olvido, desconoce totalmente.
Porque el alma, sabe.
Los años me acercaron las palabras que justificaran lo que mi corazón ya sabía. Innecesarias para él pero precisas para delimitar mis dominios.
Es que el alma sabe, o al menos cree saber, imagino, qué padres le ayudarán a progresar en el camino espiritual. Ya sea kármicamente o creativamente a través del Dharma.
Así cada hijo se acerca al corazón de una mujer y pide entrar en él como parte de un fecundo misterio que las madres, sin entender, abrazamos gozosas.
A veces lo hacen buscando al padre que acompaña a esa mujer, pero en cualquier caso la maternidad entraña una misión escondida donde el fruto no es el resultado del alumbramiento sino el trabajo paciente de años con uno, y con ellos.
Algunos hijos eligen ver el mundo a través del canal vaginal luego de abandonado el útero que los contuvo. Otros tienen sistemas mas misteriosos aún, indirectos aparentemente, expresados en llamados telefónicos o abandonos irresponsables.
En ambos casos ellos siempre eligen, en mi visión del mundo.
Madres naturales y adoptivas sabemos que al irrumpir en nuestras vidas ya nada será lo mismo para nosotras. Ellos nos transformarán para siempre y por completo.
Y uno agradece emocionada que algo tan pequeño como lo que tiene en brazos unas horas después de dar a luz, sea capaz de semejante prodigio.
Dentro de aquella semilla todas las posibilidades. Cuando deja de serlo un almita nos mira a los ojos, sin hablar, pidiendo cuidados, amor, y la inmensa libertad de lograr aquello por lo cual ha encarnado en ese ser.
El arte de ayudarlos a manifestarse sin cortarlos, es parte de la creación que desde ese momento se nos impone.
La elección entre ambos será cotidiana. Cada día gozaremos por igual de la posibilidad de aceptar o rechazar. Diariamente ambos iremos aprendiendo la necesidad del desapego, porque la separación va volviéndose inminente.
Porque así debe ser. Está escrito en el Libro de la Vida.
Parte del cuerpo de uno y otro se han contenido durante nueve meses unidos asombrosamente. Compartir células, tejidos, líquidos, hormonas, emociones y sentimientos une de tal manera a la madre con el hijo que la separación será siempre una pérdida irremediable del cuerpo de uno tras el otro.
Es la forma escogida para participar con Dios de la creación, de la "imagen divina" que luego permitirá la "semejanza".
Es lo que la distingue del hombre, quien por años para contrarrestarlo ha construído un mundo que privilegia el poder, el tener, el dinero, la apariencia, las posiciones sociales y los placeres por encima de todo lo demás. Valores que la maternidad, que es despojo, entrega, incondicionalidad, olvido, desconoce totalmente.
Porque el alma, sabe.
2 Comments:
Hi people
I do not know what to give for Christmas of the to friends, advise something ....
Hello. Good day
Who listens to what music?
I Love songs Justin Timberlake and Paris Hilton
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