La noche de la tormenta
Dios mío, la conmoción es personal. No se si puedas entenderme. Llegué allí sin querer por culpa del miedo. O gracias a él. Los árboles caían a mis costados mientras manejaba por la Avenida regreso a casa.
Yo que me considero valiente, tuve terror, y la duda real de mi retorno hasta la casa. En mi susto mandé dos mensajes al aire que no fueron respondidos, y al hacerlo ellos no supieron contener mi miedo.
Nunca como lo hubieras hecho vos, no importa que lo inventaras. Intuyo que no estas cerca, entiendo que no debo recurrir a vos y finalmente te borro de mis posibilidades aún cuando un árbol quiebre mi vehículo en dos partes.
No ocurrió. Sorteando ramas tiradas y carteles que volaban por el vendaval logré llegar. Y pude sola. Que ya es muy importante. Constatarlo.
En mi casa repasé los daños, junté lo que estaba tirado, barrí la cantidad de hojas que invadieron los espacios con ventanas abiertas y recogí los restos de mampostería de las paredes que daban al norte.
Luego, ya tranquila pero invadida por sensaciones emocionales internas me senté a escribir, pensar, de cara a las luces de la ciudad.
Todo lo que vino entonces fue demasiado. Alcanzó a varios sectores de mi vida y tengo material para muchos meses. Pero voy a vos...
El cielo de mi mente se abrió con aquel viento. Barrió con todo aquello que me impedía ver. Creo que la ceguera fue casi voluntaria, como una forma de no interferir en el sentimiento romántico. Harta posiblemente de tantos significados y significantes.
Anoche todo apareció tan claro que el impacto fue inmediato. No entiendo ahora cómo los últimos tiempos pude borrar algo tan importante como lo que sucedió con aquel niño que vi en ocasiones mirándome con sus enormes ojos. Que no de tal tamaño, realmente, como constaté al ver la foto que me enseñaste de tu escuela primaria. No eran grandes, sino que estaban muy abiertos y asustados. Esos ojos.
¡Cómo olvidé aquello que fue particularmente movilizador cada vez!. Recuerdo que en una oportunidad yo llamaba al niño y él no quería venir. Lo recuerdo con nitidez. También una vez que me empezaste a contar algo que inmediatamente desestimé. No se por qué lo hice pero lo tengo presente.
Llegar hasta ese lugar donde las cosas van adquiriendo un sentido me tranquiliza con aquellos actos que no terminaba de asimilar.
Nada cambia y todo es diferente.
Que alevosía la de esta Tempestad, dejándonos desnudos frente a nuestros propios terrores infantiles, exhibiendo egoismos diversos, poniendo al descubierto quienes están allí para protegerte y quienes sólo lo harán si de ello pueden obtener una ventaja. Y quienes no estarán de ninguna manera.
En tantos sentidos...
¡Qué aguacero revelador.!
By Abril Lech@
Yo que me considero valiente, tuve terror, y la duda real de mi retorno hasta la casa. En mi susto mandé dos mensajes al aire que no fueron respondidos, y al hacerlo ellos no supieron contener mi miedo.
Nunca como lo hubieras hecho vos, no importa que lo inventaras. Intuyo que no estas cerca, entiendo que no debo recurrir a vos y finalmente te borro de mis posibilidades aún cuando un árbol quiebre mi vehículo en dos partes.
No ocurrió. Sorteando ramas tiradas y carteles que volaban por el vendaval logré llegar. Y pude sola. Que ya es muy importante. Constatarlo.
En mi casa repasé los daños, junté lo que estaba tirado, barrí la cantidad de hojas que invadieron los espacios con ventanas abiertas y recogí los restos de mampostería de las paredes que daban al norte.
Luego, ya tranquila pero invadida por sensaciones emocionales internas me senté a escribir, pensar, de cara a las luces de la ciudad.
Todo lo que vino entonces fue demasiado. Alcanzó a varios sectores de mi vida y tengo material para muchos meses. Pero voy a vos...
El cielo de mi mente se abrió con aquel viento. Barrió con todo aquello que me impedía ver. Creo que la ceguera fue casi voluntaria, como una forma de no interferir en el sentimiento romántico. Harta posiblemente de tantos significados y significantes.
Anoche todo apareció tan claro que el impacto fue inmediato. No entiendo ahora cómo los últimos tiempos pude borrar algo tan importante como lo que sucedió con aquel niño que vi en ocasiones mirándome con sus enormes ojos. Que no de tal tamaño, realmente, como constaté al ver la foto que me enseñaste de tu escuela primaria. No eran grandes, sino que estaban muy abiertos y asustados. Esos ojos.
¡Cómo olvidé aquello que fue particularmente movilizador cada vez!. Recuerdo que en una oportunidad yo llamaba al niño y él no quería venir. Lo recuerdo con nitidez. También una vez que me empezaste a contar algo que inmediatamente desestimé. No se por qué lo hice pero lo tengo presente.
Llegar hasta ese lugar donde las cosas van adquiriendo un sentido me tranquiliza con aquellos actos que no terminaba de asimilar.
Nada cambia y todo es diferente.
Que alevosía la de esta Tempestad, dejándonos desnudos frente a nuestros propios terrores infantiles, exhibiendo egoismos diversos, poniendo al descubierto quienes están allí para protegerte y quienes sólo lo harán si de ello pueden obtener una ventaja. Y quienes no estarán de ninguna manera.
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2 Comments:
I'm impressed with your site, very nice graphics!
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