Diluvia Buenos Aires
¿Quién sangra por do más pecado hubiere?,
¿Quién me cambia por tul desilusión?,
¿Quién sazona el amor con alfileres?,
¿Quién me descorazona el corazón?
¿Quién me cambia por tul desilusión?,
¿Quién sazona el amor con alfileres?,
¿Quién me descorazona el corazón?
Joaquín Sabina
Intro a:"¿Quién me ha robado el mes de abril?"
Salamanca, 1999
***
Diluvia Buenos Aires la tarde entera. Bajo el huracán de la vida el hombrecito sin rumbo tambalea en el empedrado, aquel que Joaquín pintara buscando Abril. La ciudad, que a veces lo esconde, sabe que cualquier sitio será con él cobijo del desastre. Cómplice silenciosa conoce los sitios que Julián recorre en busca de fracaso, ha visto cómo ambos se abrazan repetidamente, amigos del alma, uno perdido en el sentido del otro. Hoy impera tristeza. Tal vez porque llueve. Es quince, algo le ha recordado que debe llamar, pero no recuerda a dónde. Frustración es el tono de aquel torpe mentiroso que bajo la tormenta se vuelve uno con el gris que desparrama húmeda la tarde. Justo hoy que no puede más, descubre que hace mucho tiempo que se quedó solo fingiendo amores que no siente.
Joaquín lo observa desde la ventana del bar que esquina Defensa y Humberto Primo. Fragmentada la imagen detrás del vidrio mojado cree ver que del bolsillo de su piloto José saca lo que parece un calendario y no advierte. Que además es libreta, anotador y agenda de números que no responden. Con la salvedad de aquellos que aún son parte del espiral de los problemas que supo ganarse con falsías repetidas, que de tanto retorcerlas han ido mezclando, por el uso, destinatarias y prioridades. Joaquín, atrapado irremediablemente por el impostor, ataca con el lápiz que atestigua. Lo inmortaliza extraviado, completamente entregado a dejar de ser en cualquier momento por algún parabrisas imprevisto. Detenido en el medio de la calle, de espaldas a Perú, legítimamente desesperado. Pronunciando amenazas que el viento mezcla, traidor por traidor.
El temporal se instala en Defensa. Los autos detienen el tiempo temerosos. Está desierta la esquina de la Plaza Dorrego. Tras sus lentes incrédulos, el engañoso Juan revuelve aterrado el manojo de lo que alguna vez condensó por entero sus odios y amores, dando vueltas inútiles a lo que queda de aquellas páginitas arrugadas que se deshacen lentas bajo la lluvia torrencial. Desvirtuada la existencia de papel no es nadie sin esos datos. Ni nadie es para él. Perversa orfandad la que se esconde en pequeños anotadores de letras ínfimas. Ni uno solo de esos números está grabado en aquel alma apócrifa, y sin la tinta que los reviva ni siquiera le significan en la imposibilidad de repetirlos. Sin dejar de observarle Joaquín reconoce algo suyo en aquel gesto inconcluso.
Entonces respira agitado, de aquella manera condicionada que conservan los que de niños fueron asmáticos, los mismos que de adultos respiran sólo humo de tabaco rubio, el ataque insinuándose en constante. La falta de aire lo desespera aún más, amenaza incoherencias, balbucea frases carentes de sentido, adultera las razones, increpa deslealtades, alucina conspiraciones, Pierde el sentido de sí mismo y ya no sabe. Si es José, Juan, Julián. O acaso un Lautaro perdido buscando una nueva identidad, una vida entera de cartón corrugado, con caricias mendaces, besos adulterados, texturas imitadas, olores disimulados, fraudes deformados y escritos plagiados. Todo es igual, porque millones de gotas húmedas -pequeñísimas ellas, multiplicadas al infinito, lacerantes, invasivas- han borrado confusamente los restos de identidad.
Quien sabe Joaquín pueda rescatarlo en un acorde, y la música sea el antídoto de la pérdida. Quién sabe. Porque aún es Quince. Y Diluvia Buenos Aires
*15 de Noviembre, 2006**
**
¿Quién alquila mujeres de alquiler?,
¿Quién ha sacado copia de la llave
de los secretos de mi secreter?,
¿Quién oxida el limón de las campanas?
¿Quién se sabe perdido cuando gana?
¿Quién me ha metido el dedo en la nariz?
¿Quién roba, silva, reza, desayuna?
¿Quién planta girasoles en la luna?
¿Quién coño me ha robado el mes de abril?
Joaquín Sabina
¿Quién alquila mujeres de alquiler?,
¿Quién ha sacado copia de la llave
de los secretos de mi secreter?,
¿Quién oxida el limón de las campanas?
¿Quién se sabe perdido cuando gana?
¿Quién me ha metido el dedo en la nariz?
¿Quién roba, silva, reza, desayuna?
¿Quién planta girasoles en la luna?
¿Quién coño me ha robado el mes de abril?
Joaquín Sabina
4 Comments:
Me ha gustado este introito un tanto extraño. Me llevo y me trajo, entendi, no entendi y volvi para entender.
El mes de abril debe encontarse en la cabeza de Joaquin. Como una mancha transparente. Es un riesgo tratar de hallarla.
Un beso y se nos va el año.
¡Hola Max!
Reconozco que el texto no es fácil, ni lo pretende. Se parece al personaje principal, mucho vericueto dentro de su cabeza...
El pobre Joaquin estaría aún mas confuso que vos y yo si lo conociera Max. Ha sido mi excusa, su imagen es simplemente la del observador que registra. da igual si luego es testimonio escrito, canción, retrato al óleo o una simple escultura.
El hombrecito del piloto gris en cambio es tan real como las calles de San Telmo y a la vez tan fuera de este mundo...
Ciertamente depende de números telefónicos con los que se pierde si los pierde. Dicen que estoy errada. Que hace mucho se perdió pero no se dió cuenta... Imagino que es otra historia.
Como diría una amiga: "¡Hay cada gaucho en la Pampa!"
Siempre puntual lo suyo,
yo esta noche de desastre la hora.
Mañana seis y media seré piltrafa...
Besos
Atrapante, tridimensional de lo mejor que te he leido. O para no pontificar MUY A MI GUSTO.
Besos te quiere siempre siempre
Dancer Lau
Dancer Lau,
usted se me escurre entre los dedos últimamente.
Me intriga saber qué esconde cada paso de baile.
Hip Hop.
Exijo café & confesión.
El martes fuiste lejos la mejor.
Mucho vampirismo el suyo!
Gracias por el comentario.
En lo particular mi debilidad son los escritos del camino de Shepo.
Pero es como si alguien me los dictara, otra cosa mas lejana. Acá hubo propósito. Bsos
(Y abrazos, claro, gratuitos)
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