Tácito
Esta mañana mi cuerpo esconde una tristeza de lluvia inútil. Tiemblo al desplazarme y mis manos estériles han dejado caer en forma involuntaria un frasco de especies que se desparramó por toda la mesada de la cocina. La pena multiplicada en incontables trozos incoloros de todos los tamaños capaces de aumentar el daño –o disminuirlo, según se mire- entremezclados con el aroma de la albahaca que de todos modos irá con ellos al desperdicio.
Cada pedacito diseminado sobre el mármol gris revela una ternura salvaje que se siente perdida. Desconfío de estas manos que apenas pueden desanudar impacientes algunas emociones y ruego en plegaria al silencio me conceda piedad. Cada súplica se pierde como manotazos al aire, intentando un abrazo primitivo que no existe.
Esta lluvia que anuncia la primavera cae sin ningún propósito. Ayer cuando estalló pensé en abandonarme y correr a tu lado, pero no había sitio a dónde ir. Tu falta de deseo me desarma y permanezco a la expectativa para no forzarte. Mi boca muda busca alguna tentación que la obligue a dejarse caer en tu piel. La lengua seca, incómoda en esta reciprocidad inexistente.
Tus ojos no ven en mí a la mujer. No me buscas con la ansiedad del que desfallece en la espera. Inconmovibles los gemidos se pierden sin ardor en la posesión. No acudió esta noche dueño alguno que reclame mi aliento en pertenencia. Ni se apropia tu codicia indecente de mi, desafiando obscenamente los preceptos para que se ahoguen en tu historia personal. Y mi cuerpo, que supo ser pretexto para el amor, ahora es un muro que divide tu territorio del mío.
Cada pedacito diseminado sobre el mármol gris revela una ternura salvaje que se siente perdida. Desconfío de estas manos que apenas pueden desanudar impacientes algunas emociones y ruego en plegaria al silencio me conceda piedad. Cada súplica se pierde como manotazos al aire, intentando un abrazo primitivo que no existe.
Esta lluvia que anuncia la primavera cae sin ningún propósito. Ayer cuando estalló pensé en abandonarme y correr a tu lado, pero no había sitio a dónde ir. Tu falta de deseo me desarma y permanezco a la expectativa para no forzarte. Mi boca muda busca alguna tentación que la obligue a dejarse caer en tu piel. La lengua seca, incómoda en esta reciprocidad inexistente.
Tus ojos no ven en mí a la mujer. No me buscas con la ansiedad del que desfallece en la espera. Inconmovibles los gemidos se pierden sin ardor en la posesión. No acudió esta noche dueño alguno que reclame mi aliento en pertenencia. Ni se apropia tu codicia indecente de mi, desafiando obscenamente los preceptos para que se ahoguen en tu historia personal. Y mi cuerpo, que supo ser pretexto para el amor, ahora es un muro que divide tu territorio del mío.
8 Comments:
Siempre es triste la visiónde un muro que separa territorios...máxime cuando se refiere a territorios del sentimiento.
Un abrazo.
El frasco roto, la lluvia, las manos que no agarran cuando deben. Es el momento de pedir la mitad de todo, pq la mitad de nada nunca es suficiente. Es el momento de q la boca deje de estar muda, es ella la q ha de hablar, ya que el corazón siempre calla.
Saludos desde el Inframundo.
Duro momento y difícil de llevar!!
Habrá que ver de qué está hecho ese muro, quizás es más fácil de derrivar de lo que parece, ojalá...
Un beso enoooooooorme y sabelo.. acá estoy, si me necesitás, acá siempre estoy.
Esos muros que marcan territorios eb ocasiones se tornan infranqueables, será que se pierde la chispa? o será que se vuelve rutina...no se quizá sea que no se riegue constantemente esa plantita frágil llamada amor..
La ingratitud proviene, tal vez, de la imposibilidad de pagar.
Honoré de Balzac
Un abrazo enorme para ti
El amor nace del recuerdo, vive de la inteligencia y muere por olvido.
Ramón Llull
Las especies diseminadas en la mesada de la cocina se parecen a los árboles azotados por la lluvia tormentosa, la misma que anida en tí por la ausencia de aquel que no se atreve a cruzar los límites que pide tu cuerpo.
Leía a mi buena amiga Quantum cuando he reperado en el comentario que hacías a la mujer voladora. Y he llegado aquí, y me he encontrado con este diario tuyo de la propia orfandad, que la literatura agrande hasta hacerla del tamaño habitable de muchos mortales, entre los que me cuento...
Nada hay peor, nada, que nadie escuche los cánticos de guerra ni los frenéticos tambores de un amor oscuro que se quiere total, absoluto, como una inundación que no termine nunca, nunca, nada, nunca...
Te juro que lei cada uno de tus escritos y me senti tan identificada... te admiro por poseer el don de poner en palabras los sentimientos.
Felicitaciones.
Se feliz, por favor.
Un gran beso
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