Besos por celular...
No me importa que no me llames.
En realidad sí me importa.
Pero puedo acostumbrarme a eso.
No me importa que no acostumbres a regalarme flores,
ni aparezcas travieso con alguna sorpresa tonta,
o algún chocolate rico que compraste con
el vuelto de los cigarrillos.
Puedo acostumbrarme a que no se te ocurra escribirme ni dos lineas,
o que no leas los correos que te envío,
y hasta puedo soportar que olvides los usuarios y claves
que vos mismo inventaste.
Me acostumbraré, es posible,
a que no leas lo que escribo,
ni siquiera lo que te escribo.
A que no intentes conocer la música que me gusta.
A que no cumplas tus promesas.
Y no me quejaré cada vez que olvides alguna fecha
u ocasión importante. O al menos lo intentaré.
Creo que lo he estado logrando.
Tampoco le daré mayor entidad al hecho que
ni siquiera intentes como una amabilidad
probar el arroz o el puré que yo cocino,
porque entendí aquello de que no te gusta que te obliguen
a nada, ni te interesa experimentar nada nuevo,
y ya sabés en forma inamovible lo que te gusta,
y lo que no te gusta.
Puedo obviar que no pongas esfuerzos en inventar
tiempos, o estrategias para verme.
Incluso puedo fingir no darme cuenta las
múltiples excusas que encontrás para no estar a mi lado.
Y no hacer notar que muchas veces son contradictorias
o se te olvidan y confunden unas por otras.
Creo que puedo vivir sin eso.
Pero, si ya no recibo besos por celular,
Ni aún como mensajes de texto,
como aquellos primeros del patito feo,
que de insistentes terminaron venciendo las resistencias...
O los que enviabas de lugares lejanos cuando
en tu corazón las celdas funcionaban perfectamente,
y siempre había señal para el sonido
En realidad sí me importa.
Pero puedo acostumbrarme a eso.
No me importa que no acostumbres a regalarme flores,
ni aparezcas travieso con alguna sorpresa tonta,
o algún chocolate rico que compraste con
el vuelto de los cigarrillos.
Puedo acostumbrarme a que no se te ocurra escribirme ni dos lineas,
o que no leas los correos que te envío,
y hasta puedo soportar que olvides los usuarios y claves
que vos mismo inventaste.
Me acostumbraré, es posible,
a que no leas lo que escribo,
ni siquiera lo que te escribo.
A que no intentes conocer la música que me gusta.
A que no cumplas tus promesas.
Y no me quejaré cada vez que olvides alguna fecha
u ocasión importante. O al menos lo intentaré.
Creo que lo he estado logrando.
Tampoco le daré mayor entidad al hecho que
ni siquiera intentes como una amabilidad
probar el arroz o el puré que yo cocino,
porque entendí aquello de que no te gusta que te obliguen
a nada, ni te interesa experimentar nada nuevo,
y ya sabés en forma inamovible lo que te gusta,
y lo que no te gusta.
Puedo obviar que no pongas esfuerzos en inventar
tiempos, o estrategias para verme.
Incluso puedo fingir no darme cuenta las
múltiples excusas que encontrás para no estar a mi lado.
Y no hacer notar que muchas veces son contradictorias
o se te olvidan y confunden unas por otras.
Creo que puedo vivir sin eso.
Pero, si ya no recibo besos por celular,
Ni aún como mensajes de texto,
como aquellos primeros del patito feo,
que de insistentes terminaron venciendo las resistencias...
O los que enviabas de lugares lejanos cuando
en tu corazón las celdas funcionaban perfectamente,
y siempre había señal para el sonido
que indicaba correo cada unos 20 minutos...
Y los besos de buenas noches antes de dormir,
o el de la mañana al despertarte,
disparados desde la cercana distancia
de la linea telefónica...
Entonces, es muy probable que de repente
Y los besos de buenas noches antes de dormir,
o el de la mañana al despertarte,
disparados desde la cercana distancia
de la linea telefónica...
Entonces, es muy probable que de repente
me acuerde de las flores que no llegaron,
los chocolates que no me regalaste,
las sorpresas que no me diste,
los escritos que no miraste,
los chocolates que no me regalaste,
las sorpresas que no me diste,
los escritos que no miraste,
los que tampoco escribiste,
las claves que olvidaste,
los correos sin abrir,
la música que archivaste,
el arroz sin probar,
las excusas que no supiste inventar,
los tiempos que no pudiste encontrar,
las varias promesas incumplidas,
las estrategias que no quisiste implementar...
Y decida que sí.
Que todo eso me importa.
Y mucho."
las claves que olvidaste,
los correos sin abrir,
la música que archivaste,
el arroz sin probar,
las excusas que no supiste inventar,
los tiempos que no pudiste encontrar,
las varias promesas incumplidas,
las estrategias que no quisiste implementar...
Y decida que sí.
Que todo eso me importa.
Y mucho."
3 Comments:
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
¡¡¡¡Es que claro que te importarán finalmente!!!!
Eso de que no llama...
¿Qué nombre se le da en tu tierra?
Lo que te está diciendo está tan claro que se me antoja terrible que no quieras entenderlo.
Ese hombre no te quiere, así de simple. Está probando el arroz de alguna otra mujer.
Vete al próximo, no vale la pena. Que el tiempo vuela tía!
Y luego ni le recuerdas la cara. ¿Vale?
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