Sin explicación

Pasa una imagen frente a mis ojos atada del cordel de una canción perdida. Y de golpe soy la misma tonta de siempre. Salta del centro de mi pecho ese dolor de la espera inútil.

Todo lo dicho se vuelve nada. Ataría mis manos para no encontrarte. El volante del auto me salva de mi propio desvarío. El orgullo apoya desde la razón impidiendo el vuelo libre de la emoción.

Me asusta no poder explicar este lazo que en tan poco tiempo se extendió con semejante fortaleza, desafiando los tiempos, recuperando hilos perdidos en otras vidas. Todo pasa frente a mis ojos como imágenes fragmentadas. Me aterra sentirte tan cerca. Saberte tan lejos. Olvidado de todo aquello.

Ruego mordiéndome los labios. Son instantes en que detengo el aire que inhalo. Congelo el tiempo. Eludo los espacios vacíos. Evito deletrear las formas cariñosas. Los apodos convocantes. Las señales que te guiaban hasta mi. Las formas que tenías de nombrarme. Y hacerme cosa tuya.

Añoro la poesía de tus manos en mis ojos. Oculto el recuerdo de aquella mirada que se instalaba silente por horas en la mía. El encuentro inmóvil sin verbalizar. La pasión tan presente en el aire compartido. Despiertos. Dormidos. En cada momento en que nos urgía saber que el otro nos estaba pensando.

Mi cuerpo extraña ferozmente tu reclamo constante. Tus viajes interminables dentro de mis confines, tu santa profanación. La repetida ceremonia de embarcarse. Nuestro arribo a puertos sorprendentes. Mis visiones. Tu tierna forma de creerme y explicarme. La lluvia nutriendo el encuentro de tu mundo dentro del mío.

Aquí me tienes, intentando vivir de otra manera.
No se si pueda acostumbrarme.